En algunas ocasiones deseaba matarla. Metía a cualquiera en su cama y conseguía que a mí me devorasen los celos, que me recorriese en el estómago una rabia interna que hubiese sido capaz de arrancar los mares de la Tierra y hacérselos beber. Estaba allí, levantándome una ceja y mirándome altiva y altanera, como una zalamera cualquiera, con sus lunares esparcidos por su rostro blanco y sereno, que le daban una apariencia felina. Sí, verdaderamente el gatito estaba enseñando las garras. Y la gata, me retaba como si fuese la primera vez que medíamos sus fuerzas. Ella tenía el título y las influencias pero yo tenía el arranque y la fuerza necesarias para que nuestros duelos fuesen algo neutral y equitativo. Cruzó las piernas en un gesto incluso vulgar , que no hizo más que encender mi rabia , con la visión de sus muslos suaves , con su piel de melocotón que resbalaba bajo las yemas de mis dedos. Respiré hondo , tragué saliva y centré mis ojos en los suyos, que de ese color marrón líquido , parecían derretirme a cada segundo del minutero. Deseaba atraerla hacia mí, comerla a besos, devorarla entera, despacio o deprisa, alternándonos en el mando, luchando de una manera menos cruel. Arrancaba en mi pecho una sensación de que nunca la había tenido de verdad, de que esa alianza que habíamos sellado entre besos no era más que otra de sus necesidades , que yo realmente, no había sido otra cosa que un mero pasatiempo, algo con lo que entretenerse mientras trataba los asuntos que realmente le importaban. Me crecían en las entrañas los deseos de llevármela, de secuestrarla, de poner fin a aquel estúpido juego en el que había convertido mi vida. Yo , que era un hombre hecho y derecho, estaba a merced de los caprichos de una marquesita .
- Y dime querido, ¿por qué te piensas con derecho a interferir en mis asuntos privados?-me inquirió con voz carrasposa , mientras se atusaba el cabello con picardía.
- Porque ya está bien. Basta de este juego y basta de tí. Si ese niño es mío no tienes derecho a deshacerte de él sin tan siquiera consultármelo.-broté, lleno de rabia y deseo, viendo como sus bucles castaños caían en cascada sobre su pecho, medio desnudo con el fino camisón de lino que vestía.
- Puedes despreocuparte. No estoy encinta. Y aunque así fuese...Escúchame bien, aunque así fuese, y estuviese esperando un crío, no tendrías ningún derecho a intervenir porque , ni sabrías si es tuyo o no lo es , ni eres mi dueño, para interferir en mi destino. Y que te quede claro esto, que hayas estado metido en mi cama no significa ni por una remota casualidad que tú tengas poder de decisión sobre mi futuro. ¿Está comprendido?- contestó, replicándome con dureza.
- Si no necesitas nada más, prefiero dejar esta conversación aquí.- dije, y levántandome lo más dignamente que pude, me dispuse a salir de la estancia...
En el mismo instante en el que Martín, el campesino al que hacía escasas semanas había perdonado la vida, llegaba con un montón de leña remetida en la camisa, que mostraba su torso desnudo. Le envidié por un momento, por su juventud y la robusted que mostraban sus hombros, pero ardí en las llamas del odio cuándo vi la mirada que la marquesa le dedicaba a su cuerpo. Quise abofetearla hasta que entrase en razón , pero lo único que pude hacer fue dejarle pasar y bajar la cabeza con rabia. Tenía una esposa bella y digna de mí persona y aquella fulana bien vestida se colaba día sí día también entre las nubes de mi memoria, destrozándome por dentro. Poco o nada importaba ya, no había nada en el mundo que la hiciese ver cuánto significaba realmente para ella.
All you need, is love.
miércoles, 3 de agosto de 2011
Ella era blanca y turbia como las aguas de un pantano . Cuándo la mirabas por primera vez , te acongojaba su belleza, mansa y serena y sus ojos te otorgaban una paz que lejos estaba de ella, cuándo la remirabas otra vez, te la encontrabas revuelta como un gato, con el pelo erizado y sacando las uñas. Era dulce cuándo la acariciabas y terca como una mula cuándo no obtenía lo que quería. Y eso ocurría en muy pocas ocasiones. Había comprendido a muy temprana edad que se movía en un mundo de hombres en el que , sin posibilidad de alzar su voz de una forma sana , siempre le quedaba su cuerpo, que bonito y reluciente , sabía usar en su beneficio. No le importaba pasarse por los bajos a unos y a otros y entre jadeos y suspiros , sellar alianzas más fuertes que los puños que cualquier hombre pudiese haber tejido para enviar sus ejércitos. Ella, movía sus caderas como una condenada y cuándo yo pasaba a su lado, se arqueaba, para que la viese bien, para que sus pechos rozasen mi la pechera de mi uniforme y yo, en la santidad de mi mente, tenía que pensar en algo bien frío para refrenarme. Se reía con una fuerza tal que hubiese hecho que la Tierra se separase de su eje. Pero nadie conseguía contentarla y mucho menos comprenderla. Era dueña de su destino en un tiempo en el que las mujeres todavía ni se atrevían a levantar la mirada al paso de un caballero de dinero. Y ya no sólo eso, si no que paseaba su libertinaje, con obstentación, como si poco le importase lo que pudieran pensar. Pero bien sé yo que le importaba. No lo decía nunca, pero por dentro era como una muñeca de porcelana, frágil y débil. Necesitaba de los halagos para sentirse poderosa. Esa atracción sexual que desprendía le daba un poder que escapaba de mi comprensión. Pero aún así, hacía lo que se le venía en gana sin pensar, ni en mí, ni en su hijo. Y me consta que adoraba a ese muchacho. Es lo único , a parte de sí misma por lo que creo que hubiese arriesgado la vida. Y lo hacía constantemente, a veces sin proponérselo. Estallaba como loca contra cualquier rufián que la contrariase sin tener un ápice de miedo ni de cordura. Hacía lo que sentía en cada momento, y cuándo yo intentaba hacerla entrar en razón, contestaba con una de sus irónicas sátiras y me miraba con condescendencia , pasando para nuestra siguiente cita, días enteros, e incluso en las ocasiones más graves, meses. Era una condenada, una mujer que de no haber tenido el título que la acreditaba como marquesa, hubiese sido tachada de fulana, de furcia, de una mujerzuela, que apenas en un año habría acabado en la horca. Pero ella era de las de cama de seda y peinados bordados en perlas, de lengua fina y un gran intelecto, capaz de ver las conspiraciones palaciegas incluso antes de que estás se hubiesen puesto en marcha. Sabía moverse en la dirección que le convenía y no tenía ningún estribo en matarse o matar para conseguir sus deseos. Tuvimos una relación fugaz y extraña, fruto de la cuál nació su hijo, que antes he mentado. Era ilícito para mí pensar que tenía ningún poder sobre ella, pero cada vez que emprendía una de sus locas batallas por conseguir al gallito de turno, o el chanchullo que le tocase en el momento, allí estaba yo, como un imbécil enamorado, siguiéndola a todas partes y velando porque ella, mi ninfa, mi musa, mi martirio, el elixir de mis males y el veneno de mis alegrías...Estuviese sana y salva. Y era cojonudamente complicado.
miércoles, 13 de julio de 2011
Cosas que jamás te diría.
Hay cosas que jamás sería capaz de decirte en voz alta, mirándote a los ojos. Por ejemplo :
Me encanta la forma en la que se arquea tu espalda cuando caminas, me hace sentir que si pasase un terremoto sobre tí, saldrías ganando. O cuando el Sol incide directamente en tus ojos y cambian de marrón oscuro a un color miel clarito, rodeado de pepitas más oscuras, como los de un tigre. Y cuándo tus manos se llenan de pintura y al acariciar mi piel , me arañas, pero es un arañazo que no duele, si no que más bien, hace cosquillas. Cuando estás concentrado en la pared que tienes enfrente y cambias por completo, te haces más mayor, más maduro, más adulto, se te endurecen las facciones y se te cuadran los hombros, y te haces grande, muy grande. Ese placer que produce escucharte decirme ''para, por favor'' cuándo tu boca se invierte en esa mueca pícara y divertida, que se me clava a fuego lento en las retinas. Cuando tus manos me recorren entera y me hacen estremecerme, aunque ni siquiera lo notes. Esa forma en la que simplemente porque sí, me das un beso en el pelo y luego sonríes como un niño pequeño. Y tu sonrisa, por supuesto. Esa sonrisa, que me tiene estúpida perdida. Como una imbécil, sonríes y me tengo que unir a tu sonrisa, porque es como un imán, como el Norte de mi Sur, es imposible resistirse a ese veneno que tiene tu boca, no sólo tu sonrisa, porque en sí, tú eres como una droga peligrosa, que cuándo te quieres dar cuenta , estás enganchada sin remedio. Me gusta cuando llegas tarde y te tocas el pelo, como queriendo disculparte sin hacerlo realmente. La forma en la que la rabia te transforma haciéndote un animal, que no me asusta en absoluto, si no que más bien me provoca cierta admiración, por ese aguante, aunque por dentro bullas de rabia. Y cuando tienes algún comentario sarcástico de esos que se ganan algún tortazo por mi parte. Esos me encantan. Cuando me pones una de esas canciones que no he escuchado en la vida y la tarareas bajito contra mi oido, y así, consigo entenderla mejor. La forma en la que te colocas la camiseta al levantarte, evitando que se te quede pegada a ese final de espalda que tienes, y que tanto me (nos) gusta. Al jugar con Sira, que te transformas otra vez, en un niño, en un auténtico enano que disfruta haciendo el tonto constantemente. Me gusta escuchar el sonido de tus carcajadas explotando en mi mente, y cuándo con cara del gato de shreck prometes venganza. Cuando te pones a improvisar rimas sin sentido y acaba saliendo una auténtica obra de arte. Al enseñarme tus inicios en la calle, esa chispa de ilusión que aparece en tu mirada, que no tiene ni una lejana comparación con nada que haya visto nunca.Y por encima de todas estas cosas...Esos lunares que te decoran la espalda, que son un universo nuevo, una galaxia entera, que quisiera explorar poro a poro, acariciándote hasta que te desgastases.
La forma en la que haces que todo se haga más sencillo, con esa filosofía tuya de que los problemas sean simples anécdotas, cositas que contar mientras caminamos hacia ninguna parte.
Esas son algunas de las cosas que jamás te diría. Otras ni siquiera soy capaz de escribirlas.
Me encanta la forma en la que se arquea tu espalda cuando caminas, me hace sentir que si pasase un terremoto sobre tí, saldrías ganando. O cuando el Sol incide directamente en tus ojos y cambian de marrón oscuro a un color miel clarito, rodeado de pepitas más oscuras, como los de un tigre. Y cuándo tus manos se llenan de pintura y al acariciar mi piel , me arañas, pero es un arañazo que no duele, si no que más bien, hace cosquillas. Cuando estás concentrado en la pared que tienes enfrente y cambias por completo, te haces más mayor, más maduro, más adulto, se te endurecen las facciones y se te cuadran los hombros, y te haces grande, muy grande. Ese placer que produce escucharte decirme ''para, por favor'' cuándo tu boca se invierte en esa mueca pícara y divertida, que se me clava a fuego lento en las retinas. Cuando tus manos me recorren entera y me hacen estremecerme, aunque ni siquiera lo notes. Esa forma en la que simplemente porque sí, me das un beso en el pelo y luego sonríes como un niño pequeño. Y tu sonrisa, por supuesto. Esa sonrisa, que me tiene estúpida perdida. Como una imbécil, sonríes y me tengo que unir a tu sonrisa, porque es como un imán, como el Norte de mi Sur, es imposible resistirse a ese veneno que tiene tu boca, no sólo tu sonrisa, porque en sí, tú eres como una droga peligrosa, que cuándo te quieres dar cuenta , estás enganchada sin remedio. Me gusta cuando llegas tarde y te tocas el pelo, como queriendo disculparte sin hacerlo realmente. La forma en la que la rabia te transforma haciéndote un animal, que no me asusta en absoluto, si no que más bien me provoca cierta admiración, por ese aguante, aunque por dentro bullas de rabia. Y cuando tienes algún comentario sarcástico de esos que se ganan algún tortazo por mi parte. Esos me encantan. Cuando me pones una de esas canciones que no he escuchado en la vida y la tarareas bajito contra mi oido, y así, consigo entenderla mejor. La forma en la que te colocas la camiseta al levantarte, evitando que se te quede pegada a ese final de espalda que tienes, y que tanto me (nos) gusta. Al jugar con Sira, que te transformas otra vez, en un niño, en un auténtico enano que disfruta haciendo el tonto constantemente. Me gusta escuchar el sonido de tus carcajadas explotando en mi mente, y cuándo con cara del gato de shreck prometes venganza. Cuando te pones a improvisar rimas sin sentido y acaba saliendo una auténtica obra de arte. Al enseñarme tus inicios en la calle, esa chispa de ilusión que aparece en tu mirada, que no tiene ni una lejana comparación con nada que haya visto nunca.Y por encima de todas estas cosas...Esos lunares que te decoran la espalda, que son un universo nuevo, una galaxia entera, que quisiera explorar poro a poro, acariciándote hasta que te desgastases.
La forma en la que haces que todo se haga más sencillo, con esa filosofía tuya de que los problemas sean simples anécdotas, cositas que contar mientras caminamos hacia ninguna parte.
Esas son algunas de las cosas que jamás te diría. Otras ni siquiera soy capaz de escribirlas.
Hubo un tiempo en el que fui aprendiz de mí misma. No sé si alguna vez habréis sentido algo remótamente a lo que yo sentí, y que de vez en cuándo regresa a mí, no con la misma fuerza ni con una intensidad ni de lejos parecida, pero sí en esencia y modo. Es una sensación, que no recomiendo ni a mi peor enemigo. Es la debilidad, sentirte perdida, sola, vacía por dentro. Tener un nudo constante en la garganta, uno que por mucho que tragues no hay manera de eliminar. Uno, que por mucho que luches, no hay manera de deshacer. Es un agujero negro en tu pecho, que crece con cada inspiración. Una flaqueza que se apodera de tus piernas. Una sensación de letargo mental, en la que no eres partícipe de tu propia vida, si no que está, pasa frente a ti como una película, en la que tú eres simplemente un espectador sin derecho a decidir hacia dónde va el guión de la historia. Sólo puedes sentarte y mirar y tal vez, rezar porque las cosas acaben saliendo como tú quieres. Me fue difícil imponerme a esa oscuridad que se adueñaba de mí y a veces, todavía se atreve a abrazarme con sus fúnebres brazos y a sembrar en mi la inseguridad y la duda. La duda de no ser tan fuerte como quiera, y la inseguridad, de que todos aquellos a los que he querido de una forma u otra, han acabado por desaparecer de mi vida. Quizás un psicólogo dijera que tengo serios problemas de abandono. Igual no se equivocaría. Lo que vivimos en la vida conforma lo que somos, lo que damos a los demás, lo que mostramos al mundo, la cara con la que sonreímos a la vida y asumimos su sentencia. Yo he vivido cosas que me han hecho ser desconfiada. Que me han hecho aprender a guardarme los sentimientos para mí, a no entregarme a nadie, a saber, que todo en la vida es efímero y que es mejor no hacer planes a largo plazo, si no vivir el instante que se nos regala. A veces intento imaginarme de otra manera, pero soy incapaz. Para bien o para mal , soy así, con mis defectos, con mis virtudes, con mis manías y con mis locuras. Sé que no soy una persona fácil de entender, que la mitad de las cosas que debería decir me las callo y las que no debería salen solas por mi boca...Pero esa soy yo.
viernes, 10 de junio de 2011
Hay tantas formas de amar como personas en el mundo. Existen los amores que son físicos, una conjunción de cuerpos entrelazados en el cauce del placer. Otros, son emocionales, te cogen las entrañas y te ponen el mundo patas arriba. Unos son maduros, que crecen con el tiempo. Algunos corren el peligro de olvidarse entre las redes de la memoria, que es ceniza para un fuego que no sabe arder...Pero para mí, los mejores, son aquellos que te llegan de forma inexperada, que te descubren nuevos mundos, nuevos secretos, que te hacen cambiar, crecer, madurar, sentir, sonreír, llorar...Que te vuelven loco, que te hacen querer gritar. Los que acabas odiando por sentir y los que sientes cuánto más intentas impedirlo. Los que con una mirada se dicen todo y los que tienen ganas de placer, de cualquier tipo...
Like you.
Like you.
jueves, 2 de junio de 2011
Dicen que los polos opuestos se atraen. También dicen que dos personas diferentes no conseguirán estar juntas. Dicen que tirar la sal en la mesa trae mala suerte, y que hay que huir de los gatos negros. Dicen que la novia mojada es la más amada, y que arrieritos somos y en el camino nos encontraremos. Dicen que el primer beso nunca se olvida y que el amor es cosa de locos. Dicen que el miedo nos hace valientes y que estos, son los que tienen el poder en el mundo. Dicen que el verde es el color de la esperanza y que las putas tienen hijos. Dicen que la televisión atonta y el fútbol rompe familias. Dicen que Dios existe y no creen en el demonio. Dicen que la corrupción va ligada al ser humano y que todos los políticos son basura. Dicen que el planeta se calienta y que las hormonas alteran a los adolescentes. Dicen que el cobarde no te mirará a los ojos y que las verdades duelen. Dicen que los delitos se pagan y que a la cárcel no va quién lo merece. Dicen que quién bien te quiere te hará llorar y que no es bueno mezclar alcohol. Dicen que las hamburguesas de un euro nos solucionan las tardes y que el mundo está cada vez más obeso. Dicen que hay que portarse bien y cometer pecados. Dicen...tantas cosas dicen. Cada vez me importa menos... Con tu mano me sirve.
viernes, 27 de mayo de 2011
Estoy aquí sentada, intentando pensar algo con lo que empezar a redactar esto. Pero no soy capaz de concebir esas palabras lo suficientemente reales como para describir los pensamientos que bullen en mi mente. Allá va.
Es hipnotizante. Tiene algo mágico, una fuerza natural, una energía que sale de su cuerpo y bulle hacía fuera, en forma de trazos, de rellenos, de brillos y diamantes. Mueve su cuerpo al compás natural de los latidos del corazón. Pum , pum. Shaaas, shaaaas. Es magnético. Tiene un mundo, sólo para él, y llega en el momento en el que la pintura se adhiere a la pared. Verle entrar a ese lugar, alejado de problemas, de miedos, de sufrimiento, de escudos y de corazas, es algo que sinceramente, me deja sin aliento.
Las personas , algunas, tienen pasiones. Pasiones que ocultan, que no descubren, que gritan a los cuatro vientos. Hay quién se desarma con la fotografía, con la escritura, con la lectura, con la música, con otra persona... Y él lo hace con su mundo. Sus graffitis. Él. Es la forma de conocerle. Mirando más allá de lo que se ve , más allá de lo que se escucha...Es lo que el muestra. Lo que saca fuera. Lo que necesita estallar en su mente y explotar contra el mundo.
Y es, acojonantemente increíble. Su talento. Su valentía. Su locura.
Mil tardes más, para disfrutar viendo como disfruta.
Es hipnotizante. Tiene algo mágico, una fuerza natural, una energía que sale de su cuerpo y bulle hacía fuera, en forma de trazos, de rellenos, de brillos y diamantes. Mueve su cuerpo al compás natural de los latidos del corazón. Pum , pum. Shaaas, shaaaas. Es magnético. Tiene un mundo, sólo para él, y llega en el momento en el que la pintura se adhiere a la pared. Verle entrar a ese lugar, alejado de problemas, de miedos, de sufrimiento, de escudos y de corazas, es algo que sinceramente, me deja sin aliento.
Las personas , algunas, tienen pasiones. Pasiones que ocultan, que no descubren, que gritan a los cuatro vientos. Hay quién se desarma con la fotografía, con la escritura, con la lectura, con la música, con otra persona... Y él lo hace con su mundo. Sus graffitis. Él. Es la forma de conocerle. Mirando más allá de lo que se ve , más allá de lo que se escucha...Es lo que el muestra. Lo que saca fuera. Lo que necesita estallar en su mente y explotar contra el mundo.
Y es, acojonantemente increíble. Su talento. Su valentía. Su locura.
Mil tardes más, para disfrutar viendo como disfruta.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)